jueves, 28 de diciembre de 2023

Al unir en la conversación matemáticas, poesía y música podemos presentir la belleza del lenguaje universal de la abstracción

El matemático y el poeta se asoman a la inmensidad del infinito amor explicando la perfección tangible de una rosa. La búsqueda del matemático comparte afán con la del poeta, ambos se nutren de anhelos, de pasión, de abismo. Ambos se asoman a la inmensidad del infinito amor explicando la perfección tangible de una rosa. Y como puente entre ambos lenguajes, el compositor.
El álgebra y la geometría, esos poemas que el Universo recita y solo unos pocos saben leer, y la poesía, el lenguaje que solo unos pocos pueden componer, abrigados por la música….. Dicen que las matemáticas son el lenguaje en el que Dios escribió el Universo, y el Hombre se acerca a ellas con toda su capacidad intelectual y de observación en una suerte de descubrimiento de ese mundo abstracto del que depende este plano físico en el que nos movemos. Algo así como ver a través de los agujeros de la caja en la que que estamos metidos. El alcance de ese mundo abstracto no deja de ser un acercamiento a una sabiduría mayor que nos sostiene. Es aquí donde, a cada avance intelectual en método, fórmula y resultado, el Hombre es consciente no solo de ese mismo avance, sino de todo lo que aún le queda por descubrir, por aprender, animándolo a seguir indagando sobre sí y sobre el mundo hasta llegar al centro mismo de la esencia.


Albert Einstein tocando el violín (1930)

Es al unir en la conversación matemáticas, poesía y música cuando podemos presentir la belleza del lenguaje universal de la abstracción, el que podemos aplicar a infinidad de realidades y que puede, a su vez, ser descubierto o vislumbrado desde tan dispares puntos de partida, pues solo aquel que explica el mundo puede ser intuido desde todo él.
Referencia: Sobre la belleza de lo abstracto de Estrella Fernández-Martos

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