domingo, 10 de diciembre de 2023

La receta consiste en formularse qué deberíamos hacer para que la situación se torne completamente

Nuestra aproximación a los problemas, concretamente desde una visión, sistémica, debería estar condicionada por un principio que muchos solucionadores de problemas aplican ya hoy cuando se trata de una situación muy complicada. La receta no consiste en preguntarse qué debemos hacer para mejorar las cosas, sino en formularse la preguntar extremadamente nihilista, de qué deberíamos hacer para que la situación se torne completamente. Esta mentalidad, tan negativa en apariencia, tiene la gran ventaja de que no ponemos nuestra vista en sabe Dios qué altos ideales, sino que nos preguntamos con toda seriedad qué propiedades del sistema debemos tener en cuenta o respetar para evitar que el problema se agrave. El error es el de suponer que un gran problema complejo sólo puede ser abordado mediante complejas estrategias de solución de similares proporciones. Sin embargo, ya la historia de la evolución de la vida en nuestro planeta nos enseña algo mucho mejor, pues la inaudita complejidad de la vida nació de sencillísimas condiciones de partida y avanzó a pasos pequeñísimos. Como sabemos, todas las grandes transformaciones en la evolución fueron catastróficas. Lo pequeño es tal vez más importante que lo grande. Sin duda, para muchos bienhechores del mundo es ésta una idea del todo anticuada, con la que no es posible encandilar a las masas, escribe Paul Watzlawick, filósofo y psicólogo.



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