martes, 7 de junio de 2022

La corrupción es un tumor maligno incubado en los órganos vitales del cuerpo político


Se entiende por corrupción un contrato expreso o tácito en virtud del cual alguien que ejerce tareas públicas o desempeña una actividad con incidencia sobre la asignación de recursos públicos utiliza su autoridad para obtener beneficios privados, sean de naturaleza monetaria, de estatus o de poder.La corrupción es un tumor maligno incubado en los órganos vitales del cuerpo político cuya metástasis tiene dos efectos letales por orden de importancia, su impunidad mina la legitimidad de la democracia, y provoca una ineficiente asignación de los recursos, daña el desarrollo del sector privado y es lesiva para el crecimiento. Si además se hace más perceptible en medio de una profunda crisis y se exige a los ciudadanos grandes sacrificios para salir de ella, su inaceptabilidad adquiere tintes explosivos.


Las propuestas basadas en la necesidad de incrementar la moralidad de los políticos-burócratas o la apelación a la misma para evitar la corrupción son deseables y comprensibles pero resultan insuficientes. Adolecen de una angélica ingenuidad y no conducen a ningún resultado práctico. La propensión de los políticos y de los burócratas a realizar contratos corruptos aumenta cuando se reduce el riesgo de que sus autores sean perseguidos, atrapados y castigados. Por ello, otro elemento disuasor básico es incrementar los costes de incurrir en ella. 

En España, los partidos que son percibidos como el símbolo de la corrupción reciben el 90 por ciento de sus ingresos de los Presupuestos Generales del Estado y aun así muestran una considerable predisposición a allegarse fondos de manera ilegal y a endeudarse con los bancos para conseguir más. Por tanto, no parece probable que una regulación más estricta y escrupulosa de la financiación de partidos sea un arma demasiado efectiva contra la corrupción. La democracia es el gobierno de la opinión y no puede sostenerse si los ciudadanos la perciben como un instrumento para el enriquecimiento de los hombres públicos y de sus clientelas. Cuando esto sucede, las bases de su legitimidad saltan en pedazos y el caldo de cultivo para las opciones antisistema crece.


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