domingo, 19 de junio de 2022

Explicar por qué las criaturas humanas poseen un valor tan prodigioso para Dios, es superior a la razón

El escritor británico C.S.Lewis considera que “cuando el cristianismo dice que Dios ama al hombre, quiere decir exactamente que lo ama. La idea cristiana del amor divino no significa, pues, que Dios se ocupe de nuestro bienestar con indiferencia o desinterés, sino que somos objetos de su amor. He ahí una impresionante y sorprendente verdad. ¿No preguntábamos por un Dios que fuera amor? Pues aquí lo tenemos. El magno espíritu alegremente invocado, el “Señor de aspecto terrible”, está presente. No es la senil benevolencia que desea perezosamente que cada cual sea feliz a su modo, ni la gris filantropía de un magistrado escrupuloso, ni tampoco la sol icitud del anfitrión deseoso de atender bien a sus invitados, sino un fuego voraz, el amor creador de los mundos, tenaz como el amor del artista por su obra, despótico como el del hombre por el perro, providente y venerable como el del padre por su hijo, celoso, inflexible y exigente como el amor entre los sexos. Desconozco cómo es posible un amor así. Explicar por qué las criaturas, especialmente criaturas como las humanas, poseen un valor tan prodigioso a los ojos del Salvador, es algo superior a las posibilidades de la razón”.

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