sábado, 17 de marzo de 2018

Los Estados occidentales se abstienen cada vez más de utilizar sus propios ejércitos de tierra en sus intervenciones bélicas.

Max M. Mutschler, del Bonn International Centre for Conversion, sugería en un documento de trabajo de marzo de 2016 que los Estados occidentales se abstienen cada vez más de utilizar sus propios ejércitos de tierra en sus intervenciones bélicas. En vez de ello, recurren a ataques de precisión facilitados por toda una red de sofisticadas tecnologías militares, que incluyen modernos aviones de ataque a tierra, vehículos aéreos no tripulados (VANT), munición guiada de precisión, sensores aéreos y orbitales, y todos interconectados por medio de modernas tecnologías de la comunicación. En opinión de Mutschler, en el origen de estos cambios fundamentales en la práctica bélica se encuentra el proceso de desterritorialización del poder, un proceso que cobra cada vez mayor fuerza: “El moverse libremente y, si es necesario, fuera del alcance de otros para abdicar de las propias responsabilidades es una característica central del poder en nuestros tiempos”. 


En la guerra líquida, dice Zigmunt Bauman, los Estados modernos rehuyen las cargas y las responsabilidades de controlar y administrar un territorio porque creen que cuentan con medios de control más rentables a su disposición. La tecnología militar moderna les permite decidir cuándo y dónde atacar, y golpear al enemigo con una elevada precisión manteniéndose inaccesibles a cualquier contraataque significativo. Recurren así a tácticas de ofensivas relámpago, bastante parecidas a las que
sustentan la guerra de guerrillas, donde la movilidad y la velocidad son más importantes que el mero número de efectivos. 


Empresas armamentísticas prometen "robots humanoides" en el campo de batalla para 2020

El 2 de marzo de 2013, el diario The Guardian informaba de que, “a pesar del empeoramiento económico, para las grandes empresas armamentísticas el negocio ha seguido yendo como siempre, con aumentos de las ventas de armas y servicios militares durante 2010 hasta sumar un volumen total superior a los 400.000 millones de dólares”. Y, transcurridos dos años más, en agosto de 2015, Amnistía Internacional denunció que, según sus cálculos, había unos 875 millones de armas pequeñas y ligeras en circulación en todo el mundo, y que anualmente se producían entre 700.000 y 900.000.


No hay comentarios:

Publicar un comentario