domingo, 4 de marzo de 2018

El gueto de Varsovia.

Jóvenes sentados en una acera del gueto de Varsovia.
Michael Burleigh en su libro Combate moral cuenta como en Varsovia, la guetización supuso el traslado de 138.000 judíos a un terreno de cuatro kilómetros cuadrados rodeado por un muro de ladrillo de tres metros de alto, rematado con alambre de espino. El gueto tuvo que alojar a más de cuatrocientas mil personas en unos veintisiete mil apartamentos. La densidad de ocupación era espantosa, con seis o siete personas apiñadas en cada habitación.

El gueto eran también territorio sin ley en los que los alemanes podían hacer lo que les viniese en gana.Las durísimas penas vigentes también hicieron del gueto un paraíso para los extorsionistas, ya que ¿quién no iba a pagar para evitar un destino aún peor?

Había autocares del Frente de Trabajo Alemán que
 niños judios  en el gueto
paseaban por allí a los soldados cuando estos se encontraban de permiso en Varsovia. Con el paso del tiempo, estos visitantes inevitablemente empezaron a ver cadáveres tendidos en las calles, a la espera de que pasara la carreta que les llevaría al cementerio, lo que constituía el principal atractivo de la visita.

Stanislaw Rózycki escribió con respecto a los habitantes del gueto: “En su mayoría son espectros, apariciones míseras y andrajosas, patéticos restos de seres humanos, sus caras han adquirido un aspecto cadavérico”.

El gueto eran un territorio sin ley en los que los alemanes podían hacer lo que les viniese en gana.

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