sábado, 31 de marzo de 2018

La historia es un arma en el debate político de hoy en día.

Marc Bloch
La historia existe, luego es necesaria. La gente la escribe y la lee, por tanto cumple razonablemente bien su cometido. Como decía el  historiador Marc Bloch: “Incluso si hubiera que considerar a la historia incapaz de otros servicios, por lo menos podría decirse en su favor que distrae”. Simplemente se trata de hacer ver que la historia no tiene, ni puede tener, por decirlo con un vocabulario jurídico, el carácter probatorio que se le atribuye, incluso en los períodos mejor estudiados y documentados.


Como escribió el historiador Collingwood, el pasado, tan solo como pasado, es absolutamente incognoscible, “solo
Robin George Collingwood
puede conocerse como algo que se conserva de modo residual en el presente”. “No se puede esperar nunca una verificación teóricamente suficiente de ningún hecho pasado”, escribió Ducasse. "Por eso el historiador no estudia el pasado, porque el pasado como tal no existe ni es posible experimentarlo directamente. Lo más que puede aspirar es a estudiar los vestigios del pasado".

La importancia que se le confiere a la historia no nace de un noble amor al conocimiento; es un arma, en el mejor de los casos un argumento acalorado, a veces el principal, en el debate político de hoy en día.

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