martes, 26 de diciembre de 2017

Suiza fue el país de Europa al que más transformó la llegada del ferrocarril.


Suiza fue el país de Europa al que más transformó la llegada del ferrocarril, pero paradójicamente, en ningún sitio resultó menos rentable. Los inversores suizos al parecer previeron al menos tal posibilidad porque prefirieron invertir en las líneas férreas estadounidenses, dejando las suyas, en su mayor parte, en manos de capitalistas extranjeros (sobre todo franceses). Las construcciones se iniciaron seriamente en la década de 1850 y en 1882 se completaba el primer túnel alpino, el de San Gotardo. Hacia 1890, y debido a que el alto coste de construcción no se veía compensado con los beneficios de un tráfico escaso, casi todas las líneas de ferrocarril estaban al borde de la bancarrota. En 1898, el gobierno suizo compró a sus propietarios (principalmente
extranjeros) la red de ferrocarriles a un precio muy inferior a su valor real, y poco después procedió a electrificar las líneas. Las tendencias que se establecieron en la segunda mitad del siglo XIX prevalecieron en el XX, la disminución de la importancia relativa de la agricultura, el aumento de la industria y, más aún, de los servicios, y la continua dependencia de la demanda extranjera, de forma especial la turística (desde 1870) y la de servicios financieros (desde la Primera Guerra Mundial). 

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