viernes, 8 de diciembre de 2017

El trabajo está en función del hombre.

Con frecuencia sucede que no faltan quienes afrontan su profesión con tal competitividad que su esfuerzo por rendir en el trabajo parece más un empeño por superar a los demás en una competición que un verdadero interés por prestar un servicio. “Es cierto, dice Juan Pablo II en su encíclica Laborem exercens, que el hombre está destinado y llamado al trabajo; pero, ante todo, el trabajo está en función del hombre, y no el hombre en función del trabajo”.

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