jueves, 7 de diciembre de 2017

La casta contribuyente y la casta consumidora.


El análisis de Calhoun, que el Estado debe dividir a la sociedad en dos clases o castas, la casta contribuyente y la casta consumidora de impuestos. Los consumidores de impuestos comprenden los funcionarios y políticos en el poder, así como los grupos que reciben subvenciones netas, es decir, que reciben más de lo que pagan al gobierno. Estos incluyen a quienes realizan contratos con el gobierno y a quienes reciben pagos de este por gastos en bienes y servicios producidos en el sector privado. No siempre es fácil en la práctica detectar a los subvencionados netos,pero esta
casta siempre puede identificarse conceptualmente. Así, cuando el gobierno grava con un impuesto los ingresos privados, el dinero pasa de manos privadas a las del gobierno y el dinero de este, ya se gaste en consumo gubernamental de bienes o servicios, en salarios a funcionarios o en subvenciones a grupos privilegiados, vuelve a gastarse en el sistema económico. Está claro que el nivel de gasto fiscal debe distorsionar el patrón de gasto del mercado y aleja a los recursos productivos del patrón deseado por los productores y lo acerca al que desean los privilegiados. Esta distorsión es proporcional al volumen de los impuestos.

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Los funcionarios son consumidores netos de impuestos. Los funcionarios no pueden pagar impuestos. Así que es conceptualmente imposible que los funcionarios paguen impuestos sobre la renta uniformemente con el resto de la gente. Y por tanto el ideal de fiscalidad uniforme sobre las rentas para todos es un objetivo imposible. El funcionario que recibe un ingreso de $8,000 al año y luego devuelve $1,500 al gobierno se limita a realizar una transacción contable sin importancia económica (aparte del desperdicio de papel y archivos que conlleva). Porque no paga ni puede pagar impuestos, simplemente recibe $6,500 al año del fondo fiscal, dice Murray Rothbard.

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