sábado, 28 de abril de 2018

La industrialización.

Partes y funcionamiento maquina de vapor.
Alrededor de 1780, empezó a producirse una transformación importante de las circunstancias económicas del hombre, no menos significativas que la (desde luego mucho más lenta) transformación del salvaje cazador paleolítico en el civilizado agricultor neolítico. El historiador británico Paul Kennedy dice que lo que hizo la industrialización, y en particular la máquina de vapor, fue sustituir fuentes inanimadas de fuerza por otras animadas; al convertir el calor en trabajo, con el empleo de máquinas (máquinas rápidas, regulares, precisas, incansables), la Humanidad fue capaz de explotar grandes y nuevas fuentes de energía. En la década de 1820 alguien que manejase varios telares mecánicos podía producir veinte veces más que un tejedor manual, mientras que una máquina de hilar tenía doscientas veces la capacidad de una rueca. Una sola locomotora
podía transportar mercancías que habrían requerido cientos de caballos de carga, y hacerlo con mucha mayor rapidez. Desde luego, la Revolución industrial tuvo otros muchos aspectos importantes; por ejemplo, el sistema fabril o la división del trabajo. Pero el punto vital fue el enorme aumento de la productividad, sobre todo en las industrias textiles, que a su vez estimuló la demanda de más máquinas, más materias primas (sobre todo, algodón), más hierro, más barcos, mejores comunicaciones, etc.


Sin embargo la Revolución industrial infligió terribles costes al nuevo proletariado que trabajaba en las fábricas y en las minas y vivía en las insalubres, atestadas y mal construidas ciudades. Kennedy subraya que el punto sustancial sigue siendo que el aumento sostenido en productividad de la era de la máquina trajo consigo beneficios generales con el tiempo. Por ejemplo, el salario medio en Gran Bretaña se elevó entre el 15 y el 25% entre los años 1815 y 1850, y el imponente 80% en el siguiente medio siglo.

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