viernes, 16 de febrero de 2018

La unión corrupta entre empresarios y políticos ha existido siempre como acredita la historia.


La unión corrupta entre empresarios y políticos siempre ha existido como acredita la historia. El siglo XIX era un tiempo, escribe Isaac Asimov, en que en Estados Unidos se podían hacer fortunas en los ferrocarriles, en todo aspecto menos en su construcción. Los promotores podían formar alianzas con el gobierno, manipular la Bolsa, falsificar acciones, adulterar los libros de contabilidad y, en general, efectuar los mayores latrocinios. De todas estas maneras, unos pocos charlatanes hábiles podían enriquecerse, mientras muchos perdían su dinero.

Uno de los ferrocarriles que se estaba construyendo en Estados Unidos a través de los territorios occidentales era el Union Pacific Railroad. Para financiar su construcción se creó en 1867 una compañía llamada Crédit Mobilier, y sus libros fueron manipulados de tal modo que unos veinte millones del dinero invertido fueron a parar no al pago de la construcción, sino a los bolsillos de los promotores de la compañía. Para asegurarse de que el gobierno no haría nada contra este robo, los promotores compartieron parte del dinero con encumbrados personajes del Congreso y hasta con el vicepresidente Colfax. Toda denuncia de los timadores suponía también una denuncia contra los políticos, de modo que se podía confiar en que importantes figuras del gobierno se opondrían tenazmente a todo intento de investigar la compañía.



El 10 de mayo de 1869, el Union Pacific Railroad, que se había construido hacia el Oeste desde Omaha, Nebraska, y el Central Pacific Railroad, construido hacia el Este desde Sacramento, California, se encontraron en Promontory, Utah, a unos cien kilómetros al noroeste de Salt Lake City. Una estaca dorada fue colocada en el punto de unión, y los dos extremos de la nación, el Atlántico y el Pacífico, quedaron unidos por ferrocarril en toda su extensión. Hubo una celebración nacional por este hecho, y con razón, pues el público había contribuido más de lo que pensaba. La falta de honradez de la empresa privada había sido compensada con la cesión por el gobierno de 23 millones de acres de tierra y 64 millones de dólares.

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