sábado, 17 de febrero de 2018

¿Existió una lengua madre?

Construcción de la Torre de Babel, Museo del Duomo, Pisa
Cuenta la Biblia que en tiempos en que todos los pueblos todavía hablaban la misma lengua, los hombres decidieron acrecentar su fama y reforzar su unidad como pueblo construyendo una ciudad con una torre que llegara hasta los cielos. El castigo de Dios a semejante osadía no tardó en llegar, confundió sus lenguas, de modo que no podían comprenderse los unos a los otros, y los dispersó por la faz de la Tierra. El libro del Génesis relata que los hombres que intentaron construirla, descendientes de quienes sobrevivieron al Diluvio Universal, fueron dispersados y sus lenguas confundidas, como castigo a su soberbia.

Sir William Jones
En 1786, Sir William Jones, fundador de la Asiatic Society de Calcuta, no solo demostró la similitud entre las lenguas europeas germánicas y latinas, el griego, el persa, el sánscrito y, con menos certeza, el celta y el antiguo gótico, sino que además postuló que todas ellas derivaban de un único idioma ancestral, ya desaparecido. ¿Sería posible, detectando afinidades sutiles entre idiomas muy lejanos, agrupar dos o más de estas grandes familias lingüísticas en superfamilias? Esta es quizá la pregunta más apasionante que puede formularse la lingüística comparativa, ya que se refiere a la posibilidad de inferir la existencia de una “lengua madre”, ancestro de todos los idiomas que los seres humanos hablamos en la actualidad.

Ruhlen y otros lingüistas sostienen haber detectado
Merritt Ruhlen
, palabras cognadas en varios idiomas que pertenecen a familias muy lejanas, y que no pueden atribuirse a la casualidad. ¿Ha habido una "lengua madre", ancestro de todos los idiomas modernos? Formas como tic, que en idiomas muy distantes aparece en palabras que significan ‘contar’, ‘señalar’, ‘número’ o ‘dedo’, parecen indicar que sí. Damián  Zanette y Susanna Manrubia opinan que hay palabras cognadas en varios idiomas lejanos se vincula con la forma ua, referida a ‘agua’ y ‘beber’. Por supuesto, la española agua, proveniente del latín aqua, es nuestro primer ejemplo. Siguen water (‘agua’ en inglés), uaho (‘agua’ en sidamo, de la familia afroasiática), cua (‘beber’ en kamkake, del sur de África), uacca (‘agua’ en ainu, de la familia del coreano), acua (‘del agua’ en algonquiano, de Norteamérica), gua (‘río’ en proto-chinanteca, de Centroamérica) y hacua (‘lavar’ en huarayo, de Sudamérica). ¿Serán estas las reliquias de una lengua común a todos los hombres, desaparecida hace milenios, que la leyenda de la torre de Babel evoca desde las memorias más profundas de la humanidad?


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