martes, 25 de julio de 2017

Las relaciones de los reyes con Godoy señalaban una relación paterno y materno filiales.

Godoy.
Godoy había salvado a España de una guerra destructiva contra la Francia revolucionaria, y en el conflicto con Inglaterra, si bien perdimos la batalla de Trafalgar, recuperamos Menorca para España. Éstos fueron los méritos de Godoy. Las calumnias contra la reina María Luisa achacándole relaciones carnales con Godoy son absurdas. Cuando Godoy llega a Madrid, María Luisa ya tiene ocho hijos y ha sufrido otros tantos abortos, con un total de dieciséis embarazos. No es creíble que una mujer en su situación tuviera ganas ni salud, para meterse en aventuras carnales. Pero además observadores de la época e historiadores coinciden en que las relaciones de los reyes con Godoy señalaban una relación paterno y materno filiales. Lo que autoriza la sospecha o hipótesis de un parentesco auténtico aunque en bastardía. El afecto entre el infante don Carlos y Godoy tenía mucho de fraterno, y de aquí que el odio de Fernando hacia Godoy se hiciera extensivo a Carlos. Esto explicaría que ante la dificultad de Fernando VII para engendrar un varón que le sucediera en el trono, Fernando presionase a su padre para que anulase la ley Sálica de 10 de mayo de 1713, por la cual se excluía a las hembras de poder heredar el trono, una ley que fue emitida por Felipe V. 

Familia de Carlos IV
Fernando VII obligó a su padre Carlos IV a derogar dicha ley, con lo que evitaría que su hermano Carlos pudiera heredar el trono si la descendencia de Fernando era únicamente femenina. Presionado por su hijo, Carlos IV emitió con las Cortes en 1789 la derogación de la ley Sálica, para que pudieran reinar hembras, pero aunque el rey y las Cortes aprobaran la derogación de la ley Sálica, dicha derogación no podía tener efectos, ya que tanto el rey como las Cortes se olvidaron de promulgar en forma este acuerdo de las Cortes sancionado por el monarca; y sin promulgación oficial, el acuerdo de las Cortes y el rey carece de legitimidad. Promulgación en forma, o sea, publicación, comunicación al pueblo, a la nobleza y a las otras casas reales europeas no la hubo. Fernando, en su enciclopédica ignorancia, no estaba al tanto de ese detalle legal. Carlos IV sin duda sí lo conocía pero dejó las cosas así, de modo que cuando llegase la ocasión si no había hijo varón Fernando tendría por sucesor en el trono a su hermano Carlos.


Carlos IV, tras la derrota de Napoleón, podía haber reclamado el trono de España que le fue arrebatado, pero no quiso. Continuó con su esposa María Luisa en el exilio en Roma. Ya eran dos viejecitos que paseaban del brazo por
jardines del Trastévere
los jardines del Trastévere o del Aventino. Al atardecer, el sol poniente tiñe de oro y rosa el oeste. Entonces Carlos apretando la mano de su esposa dice: «Por allí, detrás de aquellas nubes doradas, está España. ¿Te acuerdas de cuando éramos los reyes de España?». María Luisa, ya casi olvidado aquello, borroso el pasado en las neblinas de su ancianidad, mira a Carlos, le sonríe y se le llenan los ojos de lágrimas. Terminada la guerra de la Independencia, cuando Fernando recuperó el trono decidió establecer un sistema de gobierno totalmente absolutista, o sea que el único poder sería la voluntad del rey.

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