domingo, 23 de julio de 2017

Es mejor ser Sócrates insatisfecho que un cerdo satisfecho.


La biología jamás enseñará a un biólogo cómo tiene que vivir, ni si hay que hacerlo, ni siquiera si hay que ser biólogo. Las ciencias humanas jamás nos enseñarán el valor de la humanidad, ni su propio valor. Por eso hay que filosofar, porque hay que reflexionar sobre lo que sabemos, sobre lo que vivimos, sobre lo que queremos y porque, para ello, ningún saber nos es suficiente ni nos dispensa de hacerlo. ¿El arte? ¿La religión? ¿La política? Son materias muy importantes, pero también ellas han de ser objeto de reflexión. Sin embargo, dice el filosofo André Comte-Sponville, desde el momento en que se reflexiona sobre alguna de ellas, a poco que esta reflexión adquiera cierta profundidad, se las trasciende, al menos en parte, en ese momento se ha puesto ya un pie en la filosofía.

Y añade Comte-Sponville, ¿hemos de filosofar? Desde e
André Comte-Sponville
l momento en que nos planteamos esta pregunta, en cualquier caso desde que intentamos responder a ella con seriedad, ya estamos filosofando. Esto no significa que la filosofía se reduzca a su propia interrogación, y todavía menos a su autojustificación. Pues también filosofamos, más o menos, bien o mal, cuando nos preguntamos por el mundo, por la humanidad, por la felicidad, por la justicia, por la libertad, por la muerte. ¿Y quién podría renunciar a hacerlo? El ser humano es un animal filosofante, sólo puede renunciar a la filosofía renunciando a una parte de su humanidad.
pensadores griegos

John Stuart Mill decía que es mejor ser Sócrates insatisfecho que un cerdo satisfecho; es mejor ser Sócrates insatisfecho que un tonto satisfecho. Y si el tonto o el cerdo son de una opinión distinta, es porque sólo conocen un lado del asunto: el suyo. La otra parte, para poder comparar, conoce ambos lados.

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