sábado, 24 de junio de 2017

Se nos hizo creer que podíamos escoger a una mujer o a un hombre igual que podemos escoger un yogur en el supermercado.


Jean Claude Kaufmann dice que, gracias a la computerización de las citas y los encuentros sexuales, el sexo confunde hoy más que nunca. Él apunta: “Según la idea romántica, todo empieza con un sentimiento, que luego se convierte en un deseo. El amor (a través del matrimonio) lleva al sexo. En la actualidad parece que tenemos dos opciones: podemos disfrutar del sexo como una actividad de ocio, o podemos considerarlo como un compromiso a largo plazo. La primera opción significa que el autocontrol tiene que ver con evitar el compromiso: tenemos cuidado de no enamorarnos (demasiado). La frontera entre el sexo y el sentimiento está cada vez menos clara”.

La primera opción surge a partir de la ilusión consumista: “se nos hizo creer que podíamos escoger a un hombre (o a una mujer) igual que podemos escoger un yogur en el supermercado. Pero el amor no funciona así. El amor no puede encajar en el consumismo, y eso es probablemente algo bueno. La diferencia entre un hombre y un yogur es que una mujer no puede introducir a un hombre en su vida y esperar que todo siga igual. Pero, gracias a la “ilusión consumista”, todo parece muy seguro. Ella puede entrar con un solo clic, y salir con otro clic. Una persona provista de un ratón imagina que tiene el control completo y absoluto de sus contactos sociales. Todos los obstáculos típicos parecen haberse desvanecido, y se abre un mundo de infinitas posibilidades. Una mujer o un hombre en la red es como un niño al que se deja suelto en una pastelería. Todo parece en orden, seguro y bonito, a menos que… Pues sí, hay un problema: a menos que aparezcan los sentimientos, surja el amor y se nuble el juicio.

Kaufmann alcanza una conclusión: “La sociedad está obsesionada con la búsqueda del placer, tiene afición a la aventura y está interesada en nuevas y más intensas sensaciones, pero también necesita la estabilidad y la seguridad que nos impide tomar ciertos riesgos y de ir demasiado lejos. Por eso la situación actual parece tan contradictoria”. Bueno, no sólo lo parece, dice Zygmunt
Zygmunt Bauman
Bauman: “Es contradictoria. Tan contradictoria como la necesidad de libertad y la necesidad de aventura, y como las herramientas sociales existentes y las estrategias para satisfacer cada una de estas necesidades, pero difícilmente ambas a la vez. Todos tenemos un vínculo doble, un enredo sin una salida clara o inocua. Si optamos por la seguridad, tenemos que abandonar muchas de las experiencias soñadas que las nuevas libertades sexuales nos prometen. Sin embargo, si elegimos la libertad, tendremos que olvidarnos de encontrar una pareja que nos sujete la mano cuando transitemos por terrenos pantanosos y movedizos. Entre las dos opciones, hay un gran vacío, ¡una desbordante caja de Pandora!” 



La maldición de las citas de internet tiene el mismo origen que lo que las hace mágicas, como sugiere Kaufmann. Esas citas emanan de una “zona intermedia en la que nada está realmente predeterminado (y) donde nadie sabe lo que va ocurrir con antelación”. En otras palabras, emanan de un espacio en el que cualquier cosa puede ocurrir, pero en el que no puede hacerse nada con un grado de certeza, confianza y seguridad, por pequeño que sea”.

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