viernes, 9 de junio de 2017

Lenin proclamó que en 1917 concluía 1789.

La Revolución Francesa fue la primera que hizo de la masacre la consecuencia racional del enunciado de un principio político. El primer intento de genocidio de la historia moderna tuvo como marco la región de Vendée, 180.000 hombres, mujeres y niños matados por el mero hecho de haber nacido. Refiriéndose a los habitantes de Vendée, Couthon declaraba el 10 de junio de 1794: “Se trata menos de castigarlos que de aniquilarlos”. 

Masacre de Lucs-sur-Boulogne. Vidriera de Fournier en la capilla de Petit
Frente a sus respectivos enemigos, reales o supuestos, los totalitarismos del siglo XX han reaccionado al igual que los revolucionarios franceses, con la voluntad de exterminio, teniendo siempre esta misma idea de que la aniquilación del enemigo es condición para la salvación del mundo. Pero la Revolución Francesa también fue la primera que movilizó a las masas e impuso a sus partidarios políticos la ruptura de sus demás vínculos. También fue la primera que culminó el proceso de destrucción de los cuerpos intermedios, con la intención de eliminar todo lo que se pudiera interponer entre
el poder central y los individuos atomizados. Y, por último, también fue la primera que profesó un universalismo brutalmente invertido en odio del extranjero a partir del momento en que, identificados los términos “francés” y “universal”, quienquiera no fuera francés podía lógicamente ser situado fuera de la humanidad. 

Lenin.
El paralelismo entre la Revolución Francesa y la Soviética, entre el terror jacobino y el bolchevique, ha sido explícitamente reivindicado por los propios comunistas rusos. Lenin fue el primero que asimiló los cosacos a los habitantes de Vendée, y que proclamó que en 1917 concluía 1789, dando de tal modo a entender que la Revolución de Octubre constituía en cierto modo la revancha de Robespierre. En los países occidentales, los dirigentes de los partidos comunistas y sus compañeros de viaje también utilizaron este paralelismo para legitimar el comunismo soviético, como lo ha subrayado François Furet, quien insiste en el papel desempeñado por el “imaginario jacobino” en el consentimiento al comunismo y en la indulgencia mostrada por los intelectuales ante los actos más macabros del poder soviético.

El paralelismo entre la Revolución Francesa y la Soviética, entre el terror jacobino y el bolchevique, ha sido explícitamente reivindicado por los propios comunistas rusos.

imaginario jacobino en el consentimiento al comunismo

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