miércoles, 4 de octubre de 2023

Un hombre que se afilia a un partido somete su pensamiento a la autoridad del partido

Stanley G. Payne decía que, “la situación política en España es desastrosa”; José T. Raga: “cualquier relato de la España actual, hecho a alguien ajeno a nuestra tierra, seguramente provocará el mayor de los asombros”; Alfonso Ussía: “hoy España es una nación gobernada por sinvergüenzas y traidores, y con una oposición que no sirve”; “la desvergüenza política y la gandulería mental generalizadas se han hecho crónicas”, dice J. van Halen. Etc. “Es lo normal, escribe Dalmacio Negro, cuando los partidos políticos no subordinan o, por lo menos, combinan sus intereses con el bien común. Entonces, la política interior se convierte en un espectáculo que puede ser hasta cómico. Como en la España convertida a la fe socialista durante la transición a la Monarquía y la democracia sexual”. J. García Isaac dice que “han convertido España en un mercado persa”, Agapito Maestre, que “la política española está muerta, porque al político español no le interesa nada que no sea él mismo” y España es para los políticos “una dehesa convertida en corral”, Juan Abreu, que la “situación es psiquiátrica”.
Decía Simone Weil: “Un hombre que se afilia a un partido seguramente ha percibido, en la acción y la propaganda de ese partido, cosas que le han parecido justas y buenas. Pero jamás ha estudiado la posición del partido respecto a todos los problemas de la vida pública. Al entrar en el partido, acepta posiciones que ignora. De esa manera somete su pensamiento a la autoridad del partido”.

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