viernes, 6 de octubre de 2023

El derecho es más importante que la paz

 Telegrama Zimmermann tal y como fue enviado

En 1915, el hundimiento del Lusitania había afectado enormemente a los Estados Unidos, pero se trataba de una preocupación humanista, no personal. En este caso era diferente. Alemania se proponía atacar directamente Estados Unidos, para lo cual conspiraba con sus propios vecinos, que intentaban apoderarse de parte del territorio norteamericano. Después de la publicación del telegrama de Zimmermann, los ciudadanos norteamericanos, en general, comprendieron que tenían que aceptar la inminencia de la guerra. La prensa se había anticipado al propio presidente. “Para gran sorpresa y alivio de todos”, en palabras de Lansing, Zimmermann, por alguna razón totalmente inexplicable admitió ser el autor del telegrama. La trágica suposición alemana con relación a su superioridad, derecho e inteligencia, le condujo directamente al fracaso. Es permisible que una persona de orden superior engañe a los tontos; no es elegante, pero es de esperar, es natural, es ley de vida. El comandante de un submarino alemán dijo en una ocasión, cuando se dirigía al capitán de un barco mercante inglés, que no llevaba armas a bordo y que acababa de ser torpedeado: “Ustedes, los ingleses, siempre serán bobos, y nosotros, los alemanes, nunca seremos caballeros”. Zimmermann no sabía que en la Sala 40 habían logrado descifrar la clave alemana.
El 18 de marzo, tres buques norteamericanos fueron hundidos sin previo aviso por submarinos alemanes. El 19 de marzo tuvo lugar el suceso internacional más importante con anterioridad a la entrada de Norteamérica en la guerra, la revolución preliminar rusa que derrotó al zar instauró el gobierno parlamentario de Kerensky. Con la caída del zar, desapareció la oveja negra del grupo aliado, lo que ya no dejaba dudas de que la guerra era una lucha en defensa de la democracia.

Presidente Wilson
“Cuando el pueblo norteamericano entre en guerra, decía el presidente Wilson (vigésimo octavo presidente de Estados Unidos entre 1913 y 1921), la libertad, la tolerancia y el sentido común caerán en el olvido”. Además, la declaración de guerra significaría que “la derrota que sufriría Alemania sería tan total y absoluta que la paz resultaría forzada, victoriosa… Al final de la guerra no quedaría nadie imparcial y con suficiente poder para influir sobre las condiciones de la paz. Ya no quedarán principios pacifistas sobre los que podamos apoyarnos”. E incluso en aquellos momentos, Wilson exclamó: “¡Si existe una alternativa, Dios mío, tomémosla!”. Sin embargo, no la había. Wilson, que tres meses antes había declarado que sería “un crimen contra la civilización”, a conducir a Estados Unidos a la guerra, teniendo en cuenta que incluso el día anterior todavía buscaba una alternativa y, sin embargo, decidió que “el derecho es más importante que la paz”.


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