martes, 10 de octubre de 2023

La historia no resolverá las grandes incógnitas que han atormentado a los hombres

La historia no resolverá, porque no puede hacerlo, las grandes incógnitas que han atormentado a los hombres de todas las generaciones. En la búsqueda de respuestas a esas incógnitas, los hombres han acumulado el conocimiento de los hechos, según se suceden en el tiempo, pero ese conocimiento no es más que un subproducto, una especie de “superincógnita” que la gente estudia (craso error) como un fin en sí mismo. “La historia nunca nos revelará cuáles son y cuándo se producen las conexiones que existen entre ciencia, el arte y la moral; entre el bien y el mal; entre la religión y las virtudes cívicas… Lo que sí nos dirá (y equivocadamente) es de dónde vinieron los hunos, cuándo vivieron, quien sentó las bases de su poder, etcétera”. Según Nazariev, en el invierno de 1846 Tolstoi le dijo que “la historia no es más que un cúmulo de fábulas y bagatelas inútiles, recargada con cantidad de cifras y nombres propios. La muerte de Igor, la serpiente que mordió a Oleg… ¿qué son sino cuentos de comadres? ¿A quién le importa saber que Iván se casó en segundas nupcias con la hija de Temriuk el 21 de agosto de 1562, mientras que con Ana Alekséievna Koltóvskaia,su cuarta esposa, se casó en 1572…?”. La historia no revela causas, sólo ofrece la sucesión de acontecimientos sin explicarlos.

Para Isaiah Berlin, Tolstoi fue quizás el primero en expresar la  acusación contra los profetas materialistas, ciegos que nunca comprendieron qué es lo que constituye la esencia de la vida, confundiendo los accidentes externos, los aspectos banales ajenos al alma humana (las llamadas realidades sociales, económicas y políticas) con lo que por sí solo es genuino como la experiencia individual, relación específica entre personas, colores, olores, sabores, sonidos y movimientos, celos, amores, odios, pasiones, chispazos intuitivos, momentos de transformación, sucesión común y cotidiana de datos privados, que son lo que constituye cuanto existe, es decir, la realidad.
Tolstoi declara que no puede admitir siquiera las menores excepciones a la ley universal. El determinismo causal lo impregna todo o no es nada y reina el caos. Los actos de los hombres pueden parecer independientes del nexo social, pero no lo son, no pueden serlo, son parte de él. La ciencia no puede destruir la conciencia de la libertad, sin la cual no existen la moral ni el arte.

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