lunes, 30 de marzo de 2020

La historia es un discurso cambiante y problemático



“La historia es un discurso cambiante y problemático, que aparentemente trata sobre un aspecto del mundo, el pasado; este discurso es producido por un grupo de trabajadores con mentalidad actual, que realizan su trabajo de manera mutuamente reconocible, que están epistemológica, metodológica, ideológica y prácticamente posicionados y cuyos productos, una vez puestos en circulación, están sujetos a una serie de usos y abusos que lógicamente son infinitos, aunque en realidad, por regla general, se corresponden con las bases del poder que existen en un momento dado y que estructuran y distribuyen los significados de las historias a partir de un espectro que se despliega desde los dominantes hasta los marginados”, manifiesta el profesor de historia Keith Jenkins en su libro Repensar la historia.



El pasado aconteció; algunos restos de él aún se conservan; esos vestigios están ahí, con independencia de que el historiador acuda a ellos y los encuentre, o no. Evidencia es el término que se usa cuando esos restos son empleados como pruebas que sostienen un argumento o una interpretación, y nunca antes. La evidencia, por consiguiente, en tanto que opuesta a los vestigios, escribe Jenkins, es siempre un producto del discurso del historiador simplemente porque, antes de que ese discurso se articule, la evidencia (la historia) no existe, sólo existen restos (sólo existe el pasado).

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