sábado, 20 de julio de 2019

Restricciones a la libertad religiosa


Asia es el continente donde rigen mayores restricciones y obstáculos a la libertad religiosa. Así lo manifiesta el  informe del Pew Research Center, un centro estadounidense dedicado al análisis de problemáticas sociales, según el cual “en el decenio de 2007 a 2017, las restricciones impuestas por los gobiernos sobre la religión, leyes, políticas y acciones de funcionarios estatales que limitan los credos y prácticas religiosas, se han incrementado notablemente en el mundo”. Y los últimos datos muestran que 52 gobiernos, incluyendo China, Indonesia y Rusia, imponen niveles altos o muy altos de restricción sobre la religión, en comparación con los 40 del 2007. Además, el número de países donde las personas están viviendo en climas de mayor hostilidad social hacia la religión ha pasado de 39 a 56.

Tal como sucede en Turquía, el Islam es la religión que en el 2017 ha gozado de mayor sostén a nivel gubernamental. Esto confirma lo que se venía registrando anteriormente; desde el 2015, el Islam es la religión de Estado más difundida en el mundo; de los 43 países donde hay una religión oficial, en 27 de ellos, esta religión es el Islam (63%). 
China legaliza los campos de concentración de musulmanes
En el caso de China, solo algunos grupos religiosos tienen autorización para registrarse en el gobierno y desarrollar los servicios de culto. Para esto, deben pertenecer a una de las cinco “asociaciones religiosas patrióticas” patrocinadas por el Estado (budista, taoísta, musulmana, católica y protestante). “Aún así, hay numerosas denuncias que afirman que el gobierno ha arrestado, torturado y maltratado físicamente a miembros de ambos grupos religiosos, tanto registrados como no registrados”.En China, cientos de miles de musulmanes uigures han sido enviados a “campos de reeducación”. 


Mons. Antoine Camilleri 
Mons. Antoine Camilleri, quien se desempeña como subsecretario vaticano de relaciones con los Estados denunció la “creciente tendencia, incluso en democracias estables, a criminalizar o penalizar a líderes religiosos por el hecho de que proclaman abiertamente su fe, especialmente en lo referente a los ámbitos de la vida, del matrimonio y de la familia”.

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