jueves, 7 de junio de 2018

Wagner.

Wagner.
Wagner cambió la música romántica de su tiempo de tal manera que, como él dijo, creó la música del futuro, rompió todos los esquemas y con él empezó el fin de las melodías. A Wagner ya no se le puede encasillar en ninguna corriente o escuela, aunque desde luego fuese un nacionalista alemán total. Sus óperas, como las de Weber, están llenas de leyendas alemanas tanto mitológicas (de dioses, seres sobrenaturales, etc.) como de otro tipo. Por allí salen personajes alemanes de la Edad Media como los maestros cantores, o de la mitología alemana como el dios Wotan. Todo en Wagner es alemán. Sus increíbles óperas son el “espectáculo total”, dice Fernando Argenta.

A Wagner no le daba miedo saltarse las reglas musicales establecidas. Si la acción que se estaba representando en el escenario lo requería, se inventaba algo musical nuevo. Además, estaba su teoría de la melodía infinita, melodía que se mantiene por debajo con intensidad mediante la orquesta mientras los cantantes cantan en forma de parrafadas o declamaciones. A todo esto hay que añadir su encadenamiento y superposición de melodías y estructuras armónicas, el constante empleo de acordes, que normalmente tendrían que resolver pero que él no resuelve y los deja ahí, como suspendidos. Por tanto, no define la tonalidad, ni DO ni RE ni nada, y parecía que aquello no tenía fin y daba como resultado el no saber ya en qué tonalidad o en qué pasaje o en dónde infiernos se estaba.

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