lunes, 4 de junio de 2018

Los medios de comunicación se conducen por la competición, beneficios y dinero.

Margarita Rivière
La periodista y escritora Margarita Rivière escribía en 2003: “El ágora pública de los medios de comunicación actuales, hoy está conducida por unos superejecutivos que han hecho de lo que podía haber sido el arte de la comunicación un territorio regido por la cultura del mánager: competición, beneficios y dinero como prioridades”. 

El periodista Pascual Serrano dice que “basta señalar como
Pascual Serrano
ejemplo el debatido asunto de los anuncios de prostitución en prensa. Mientras podemos leer en cualquier periódico la denuncia de las tristes condiciones de las trabajadoras del sexo y la explotación a la que se ven sometidas miles de mujeres procedentes de países empobrecidos, son pocos los diarios que han renunciado a estos anuncios que les aportan pingües beneficios. Algunos, como La Razón, dejaron de publicarlos cuando comenzaron a distribuir el diario junto a L’Osservatore Romano, el rotativo del Vaticano, y se dedicaron a criticar a quienes los seguían reproduciendo. Hasta entonces, según el diario La Gaceta, La Razón se embolsaba más de 1.700 euros al día con estos anuncios. El Gobierno español elaboró un Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos con fines de explotación sexual que entró en vigor el 1 de enero de 2009, además de definir a las prostitutas como víctimas, instaba a los diarios a que, mediante la autorregulación, eliminasen cualquier relación empresarial con la prostitución. Sólo lo hicieron Público, 20minutos, Avui y el citado La Razón.
Trata.
Según una comisión parlamentaria que abordó el asunto en 2007 y elaboró un informe sobre la situación de la prostitución, en un día laboral, los periódicos españoles recogían este número de anuncios de prostitución: 702 El País, 672 El Mundo, 225 ABC y 91 La Razón. Así, periódicos como El País y El Mundo, ingresaban en torno a seis millones de euros anuales. Otros, como el Grupo Vocento, llegaban hasta los 10 millones. Si la condena social a la difusión de una prostitución, que en su gran mayoría está protagonizada por mujeres en situación de semiesclavitud, no despierta la sensibilidad ni los escrúpulos de las empresas periodísticas que ganan cifras millonarias con ella, menos todavía van a permitir el predominio de valores como la pluralidad o el rigor periodísticos, si éstos van a afectar a sus beneficios empresariales o al marco político e ideológico ideal para seguir teniéndolos”. 

El periodista Enric González, en el acto de entrega del
Enric González
Premio Cerecedo con el que fue galardonado en noviembre de 2009, expresaba la incompatibilidad entre empresa y periodismo: “Ya no hay que fiarse de las grandes empresas, tienen otros intereses. Habrán de ser los periodistas los que se organicen, en cooperativas, en sociedades, como sea, para seguir haciendo información. Las empresas ya no son la prensa”.



Por otro lado, al contrario de lo que se suele creer, los medios privados pueden ser más permeables al poder gobernante que los medios públicos. No olvidemos que parte de los ingresos económicos de los medios privados procede de decisiones gubernamentales: publicidad institucional, medidas fiscales beneficiosas, subvenciones, ayudas a I+D, etc. Y sin embargo, no existen los mecanismos de control que se pueden establecer para los públicos: consejo editorial, representantes de la oposición o comisión parlamentaria, consejos ciudadanos. El resultado es que, en democracia, los grupos de comunicación privados y sus medios incorporan más sesgo político en sus contenidos que los públicos y disfrutan más injusticia a la hora de la libre competencia empresarial que otros sectores de la economía.

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