jueves, 23 de marzo de 2017

Los peregrinos del Mayflower

Isabel I
Gran Bretaña fijó una vía intermedia moderadamente protestante con la subida de la reina Isabel I al trono, después de que su padre provocara el cisma con Roma y su hermanastro abrazara con entusiasmo la reforma, mientras que ella la rechazaba. Sin embargo, para los que luego serían llamados “puritanos”, el orden anglicano era inseguro. Cuando quedó claro que Jacobo I procuraba mantener el orden isabelino, pese a su educación escocesa calvinista, un grupo denominado los “peregrinos” en Scrooby (Nottinghamshire), decidió que era el momento de partir; intentaron establecerse en Holanda, pero al cabo de diez
Jacobo I
años la abandonaron por considerarla demasiado mundana. Cuando oyeron hablar de América, y del hecho de que fuera un páramo que disuadía a muchos, a ellos les pareció el destino perfecto. ¿Dónde si no fundarían una sociedad verdaderamente religiosa si no en medio de un caos vacío y vasto? 

cabo Cod
El 9 de noviembre de 1620, casi ocho semanas después de dejar Southampton, los peregrinos arribaron al cabo Cod. Como si buscaran para sí el lugar más virgen, se desviaron unos trescientos veinte kilómetros de Virginia y terminaron instalándose en las costas septentrionales más frías de la región a las que John Smith había bautizado como Nueva Inglaterra. 

Niall Ferguson manifiesta que resulta interesante especular
sobre cómo se habría desarrollado esta región si los peregrinos hubiesen sido las únicas personas a bordo del Mayflower. Después de todo, no eran solo fundamentalistas sino también comunistas en un sentido literal, cuya meta era poseer la propiedad y distribuir lo producido equitativamente. De hecho, solo una cuarta parte de las ciento cuarenta y nueve personas a bordo eran “peregrinos”. La mayoría habían respondido a los anuncios de la Compañía de Virginia, y sus motivos para cruzar el Atlántico eran más materiales que espirituales. Algunos, de hecho, escapaban de la depresión de la industria textil de East Anglia. Su objetivo era hacer el bien antes que ser santos, y lo que les atraía a Nueva Inglaterra no era tanto la ausencia de obispos y otros restos del “papismo”, sino la abundancia de peces. Desde hacía tiempo, las pesquerías de Terranova habían atraído a los pescadores ingleses a los confines del Atlántico. Para llegar hasta allí era mucho más fácil hacerlo desde América. Las aguas litorales de Nueva Inglaterra también estaban llenas de peces,eran tan abundantes en la costa de Marblehead que “parecía que uno podría caminar sobre ellos sin mojarse”.
Los Peregrinos quisieron huir de las persecuciones en Holanda e Inglaterra y tomaron el barco “May Flower” y zarparon al nuevo mundo.
Por otro lado,desde principios del siglo XVII hasta la década de 1950, más de veinte millones de personas dejaron las islas británicas para iniciar una nueva vida en ultramar. Solo una minoría regresó. Los primeros emigrantes, al dejar Gran Bretaña, no solo arriesgaban los ahorros de toda una vida sino la propia vida. El pilar en que se sustentó el imperio británico fue la migración masiva.Desde la década de 1950, los flujos de migración se han invertido.

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