jueves, 16 de marzo de 2017

En los siglos XIV y XV se inició el movimiento general de la secularización.

Juana de Arco
Cuenta el profesor de la Cierva que lo peor de la Baja Edad Media está representado por el tribunal inicuo que condenó a santa Juana de Arco por bruja, hereje y diabólica; ateniéndose a un dictamen de la Universidad de París que llegaba a dar el nombre de los tres demonios que poseían a la Doncella. Esto significa que la gloriosa Escolástica racional estaba ya prostituida y degradada; que la Iglesia y la Inquisición de Francia vivía abyectamente sometida al poder de Inglaterra; y que el propio poder de Inglaterra, entonces en manos del cardenal bastardo Enrique de Beaufort, verdugo de Juana de Arco, albergaba una confusión de Iglesia y Estado que tenía minada en lo más hondo la entraña de la Iglesia inglesa.

Fue precisamente en el ámbito del poder donde ya desde
los siglos XIV y XV se inició el movimiento general de la secularización, que se concretaría certera y brutalmente en “El Príncipe” de Maquiavelo. Pero la secularización del poder se aplicó inmediatamente a la secularización del patrimonio eclesiástico; los reyes y príncipes ponían la mira en los cuantiosos bienes de la Iglesia y sus instituciones, como había hecho Felipe el Hermoso a principios del siglo XIV al suprimir a los Templarios poco después de expulsar y expoliar a los judíos.

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