viernes, 31 de marzo de 2017

Los hombres de los siglos XII y XIII emprendían una tarea, la tarea de reconciliar la razón y la fe.

El arquitecto del siglo XII Y XIII vivía sin duda en estrecha relación con los escultores, los maestros vidrieros, los tallistas y otros de quienes estudiaba las obras allí por donde pasaba (como testimonio el “Álbum” de Villard de Honnecourt). 

El arquitecto los contrataba y controlaba en sus propias obras artísticas al tiempo que les transmitía un programa iconográfico que él no podía realizar y para el que contaba con los consejos y la estrecha colaboración de un escolástico. A través de esta tarea asimilaba y vehiculaba la sustancia del pensamiento contemporáneo que la ponía en práctica. En realidad lo que el arquitecto, que “concebía la forma del edificio sin manipular él mismo la materia”, podía y debía llevar a cabo directamente, en tanto que arquitecto, era sobre todo una particular manera de proceder que debía ser lo primero que llamaba la atención al laico cada vez que entraba en contacto con la escolástica. Esta manera de proceder se deriva, como todo modus operandi, de un modus essendi; se deriva de la propia razón de ser de la escolástica primitiva y clásica que consistía en establecer la unidad de la verdad. Los hombres de los siglos XII y XIII emprendían una tarea que no había sido claramente afrontada por sus antecesores,la tarea de reconciliar la razón y la fe. 

“La doctrina sagrada, afirma Tomás de Aquino, se sirve también de la razón humana no para probar la fe sino para manifestar (manifestare) todo lo que ha sido explicitado en la doctrina”. Ello significa que la razón humana no puede esperar a proporcionar una prueba directa de artículos de la fe tales como la estructura tripersonal de la Trinidad, la Encarnación, la temporalidad de la Creación, etc., sino que únicamente puede elucidar y clarificar efectivamente esos artículos.

El arquitecto del siglo XII Y XIII vivía sin duda en estrecha relación con los escultores, los maestros vidrieros, los tallistas y otros

la razón humana no puede esperar a proporcionar una prueba directa de artículos de la fe tales como la estructura tripersonal de la Trinidad, la Encarnación, la temporalidad de la Creación, etc., sino que únicamente puede elucidar y clarificar efectivamente esos artículos.

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