martes, 7 de febrero de 2017

Zonas templadas, zonas tropicales.

Frio del invierno.
Los encargados de sanidad suelen decir que la mejor medida sanitaria del mundo son los fríos inviernos de las zonas templadas. El frío del invierno acaba con los parásitos y gérmenes, que en consecuencia tienen que volver a crecer en primavera. Por el contrario, en los trópicos los parásitos y gérmenes proliferan durante todo el año. Esto no quiere decir que las zonas templadas sean lugares totalmente saludables. Como sabrá cualquiera que conozca la historia de Europa, en el pasado sus habitantes morían de enfermedades infecciosas. En general, las enfermedades de las zonas templadas, y las que a lo largo de la historia han afectado a los europeos, solían ser de carácter epidémico y se propagaban debido al hacinamiento, como la viruela y el sarampión. Sin embargo, la mayoría de esas afecciones epidémicas propias de poblaciones densas solo se contraen
Jared Diamond
una vez en la vida, por lo común en la infancia. Si de niño tenemos la suerte de sobrevivir a la viruela y el sarampión, seremos inmunes a ellas durante toda la vida y no volveremos a contraerlas. Por el contrario, las enfermedades tropicales suelen ser recurrentes y no proporcionan inmunidad de por vida si se sobrevive a un episodio, de manera que pueden padecerse una y otra vez, dice el profesor Jared Diamond.

Trópicos.
Por otro lado, sigue contando Diamond, hay dos razones que  explican que en las zonas tropicales, en contra de lo que cabría esperar, las cosechas sean reducidas. Una es la escasa fertilidad y profundidad de los suelos. En Europa, Estados Unidos y otras regiones templadas, los agricultores están acostumbrados a suelos profundos y fértiles. Esto se debe en parte a que los glaciares recorrieron de norte a sur la mayoría del territorio estadounidense y europeo, para después retirarse de sur a norte, un mínimo de veintidós veces durante las glaciaciones de los últimos millones de años. Al avanzar y retroceder, los glaciares machacaban las rocas subyacentes y generaban suelos profundos con una renovada provisión de nutrientes. Por el contrario, las cálidas zonas tropicales nunca tuvieron glaciaciones, por lo que carecen de suelos jóvenes y profundos que se regeneren de manera constante.


El suelo con multitud de hojas muertas.
Cuando caminamos por un bosque templado, solemos ver en el suelo multitud de hojas muertas y ramas. Es decir, hay mucha materia orgánica caída, que al descomponerse poco a poco devuelve nutrientes a la tierra a lo largo de mucho tiempo. En cambio, en los trópicos las hojas y ramas caídas, así como otros restos de materia orgánica que se desprenden, no tardan en desmenuzarse a causa de las elevadas temperaturas. Debido al calor, microorganismos y animales diminutos descomponen las hojas caídas. Más tarde las intensas lluvias tropicales arrastran esos nutrientes a los ríos y después al océano. Estos son los dos motivos por los que los suelos tropicales suelen ser superficiales y estériles.

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