lunes, 6 de febrero de 2017

El arte de la vida consiste en atajar el mal inmediato tan bien como podamos.

Silueta de soldado.
San Agustín escribe que“si el discipulado cristiano exigiera desaprobar completamente la guerra, entonces a aquellos que buscaban el consejo de salvación del Evangelio, se les habría dado primero esta respuesta, que arrojaran las armas y renunciaran por completo a ser soldados. Pero lo que verdaderamente se les dijo fue esto: no hagas daño nadie y conténtate con tu salario. Cuando les mandó que se contentaran con el salario debido de soldado, no les prohibió que recibieran salario como soldados”.

Sólo las sociedades liberales toleran a los pacifistas. En la
sociedad liberal el número de pacifistas será o no lo bastante grande como para debilitar al Estado como Estado beligerante. Si no es lo bastante grande, no se ha hecho nada. Si lo es, hemos entregado el Estado que tolera el pacifismo a su vecino totalitario, que no lo tolera. Un pacifismo así es el camino más corto a un mundo en que no habrá pacifistas, dice Lewis.

Lewis.
Y añade Lewis: “creo que el mejor resultado es el conseguido por personas que trabajan en silencio y con ahínco en sus objetivos, como la abolición del comercio de esclavos(trata de blancas), la reforma del sistema penitenciario,la jornada de trabajo, o la tuberculosis, no por quienes creen que pueden conseguir la justicia, la salud o la paz universales. Creo que el arte de la vida consiste en atajar el mal inmediato tan bien como podamos. Impedir o posponer una guerra mediante una política prudente, o acortarla mediante la fuerza o la habilidad, o hacer que sea menos terrible mediante una actitud de clemencia hacia los derrotados y hacia los civiles, es más útil que todas las propuestas de “paz universal” que se hayan hecho jamás”.

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