viernes, 10 de febrero de 2017

El pueblo norteamericano.

Albert Einstein en su libro “Mi visión del mundo” manifiesta que con respecto al pueblo de los Estados Unidos llama la atención del visitante una actitud gozosa, positiva ante la vida. La sonrisa de las gentes en las fotografías simboliza una de las primacías americanas. El norteamericano es amistoso, simpático, optimista y nada envidioso. El europeo siente la comunicación con él candorosa, agradable. El europeo es en cambio más crítico, más reflexivo, menos bondadoso, menos dispuesto a ayudar, más exigente en sus diversiones y en sus lecturas; mucho más, o mucho menos, pesimista. La comodidad de la vida, el confort, tienen un gran papel aquí. Pero a la vez se ha sacrificado la paz, la despreocupación, la seguridad. El norteamericano vive una meta, un futuro. La vida para él es un será, no un es. En este
sentido se parece más a los rusos, a los asiáticos, que a los europeos. Se parece aún más a un asiático en otro aspecto,es mucho menos individualista que el europeo, desde el punto de vista psicológico, no económico. El “nosotros” es aquí más fuerte que el “yo”. De ello resulta que las costumbres y las convenciones sean tan poderosas, y que la concepción de la vida de los individuos, así como sus ideas morales y sus gustos, sean mucho más uniformes que en Europa. Esta circunstancia permite en gran parte la superioridad económica de Norteamérica sobre Europa. Pues facilita la cooperación y el reparto del trabajo, sea en fábricas, en universidades o en instituciones benéficas privadas.


El norteamericano considera obvio poner gran parte de sus posesiones y de su esfuerzo laboral al servicio de la comunidad. La opinión pública (muy poderosa) se lo exige categóricamente.Y así se da el hecho de que las funciones culturales puedan dejarse en manos de la iniciativa privada, mientras que las funciones que retiene el Estado son limitadas.

Gran admiración siento por los resultados de la investigación norteamericana. Injustamente se atribuye esa superioridad creciente a su mayor riqueza, cuando es una superioridad que se basa sobre todo en la paciencia, la entrega, el espíritu de compañerismo y la inclinación natural por el trabajo en colaboración.

El norteamericano es amistoso, simpático, optimista y nada envidioso

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