viernes, 10 de abril de 2020

Si no hubiera madres, ¿qué sabríamos del amor? Si no hubiera amor, ¿qué sabríamos de Dios?


Pensad en el niño que toma el pecho, escribe el filósofo André Comte-Sponville. Y en la madre que se lo da. También ella ha sido un bebé. Todos comenzamos tomando, y esto es ya una forma de amar. Después aprendemos a dar, al menos un poco, al menos algunas veces, y ésta es la única forma de ser fieles hasta el final al amor recibido; al amor humano, nunca demasiado humano; al amor tan frágil, tan inquieto, tan limitado y que, sin embargo, es como una imagen del infinito; al amor del que hemos sido objeto, y que ha hecho de nosotros sujetos; al amor inmerecido que, como una gracia, nos precede, que nos ha engendrado, y no creado; al amor que nos ha mecido, lavado, alimentado, protegido, consolado; al amor que nos acompaña, definitivamente, y que nos falta, y que nos da alegría, y que nos transforma, y que nos ilumina. Si no hubiera madres, ¿qué sabríamos del amor? Si no hubiera amor, ¿qué sabríamos de Dios?

No hay comentarios:

Publicar un comentario