miércoles, 22 de abril de 2020

Cuando Shell dice que respeta los derechos humanos


Delta del Níger

Por el delta del Níger, en el sur de Nigeria, no se ve ningún turista. La austríaca Susanne Geissler, quien visitó la región en el marco de un proyecto de la UE, describe la situación como la de una película de terror: “Apenas se puede respirar. El paisaje se ve sólo a través de una capa de niebla gris. El aire está apestado por las plantas industriales y el tránsito. Y a través de ese velo gris resplandecen por todas partes unas llamaradas de gas ardiente de varios metros de altura”. Al principal culpable de este escenario fantasmagórico, que transformó una próspera región de unos 35.000 kilómetros cuadrados en un desierto industrial se llama Shell. En octubre de 1990, cuando los habitantes de la localidad de Umuechem convocaron a una protesta contra Shell, se desató una masacre. Amenazada por estas manifestaciones, la compañía recurrió a la tristemente célebre Unidad Móvil de Policía. Unas 80 personas fueron asesinadas y 495 viviendas destruidas. Una agencia británica de información económica, que había sido creada por ex colaboradores del MI6 y que mantenía relaciones con altos ejecutivos de Shell y BP, llegó incluso a introducir un espía entre los ecologistas. Su misión era conocer de antemano las estrategias de aquéllos contra las petroleras multinacionales para que las empresas pudiesen reaccionar a tiempo, cuentan Klaus Werner y Hans Weiss


“Cuando Shell dice que respeta los derechos humanos, yo no les creo”, responde Ike Okonta, de la agrupación ecologista Environmental Rights Action. “Shell sigue trabajando en forma conjunta con el gobierno nigeriano. El objetivo es evitar el levantamiento y las protestas de la población local, que quiere que sus tierras vuelvan a ser fértiles”.En Nigeria se queman veinte mil millones de metros cúbicos de esos gases residuales por año. Esto constituye una de las principales fuentes de emisión de los gases de efecto invernadero, que promueven en modo sustancial el recalentamiento del planeta. “Como consecuencia de la defectuosa quema del gas natural, cada año llegan a la atmósfera 12 millones de toneladas de metano. Esto representa once veces la emisión total de metano en los Países Bajos”, indica el estudio de Greenpeace.

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