jueves, 20 de febrero de 2020

Cuando los partidos políticos no han sabido captar la esencia de la democracia

Allan Brewer-Carías es vicepresidente de la Junta Directiva del Instituto Interamericano de Derechos Humanos y profesor de las universidades de Cambridge y de Columbia. Desde Nueva York hablo con la BBC y reproduzco alguna de sus opiniones sobre el populismo constitucional:“los populismos manipulan la Constitución. El populismo es una estrategia política para llegar al poder y para permanecer en él. Los movimientos populistas, al menos en el mundo reciente y en América Latina, han llegado al poder a costa de la Constitución, convocando asambleas constituyentes, pretendiendo ir a la voluntad popular directamente en contra de las constituciones y luego aprobando cartas magnas que han establecido mecanismos que debilitan los elementos fundamentales de una Constitución. Estos movimientos populistas al llegar al gobierno eliminan el principio de la separación de poderes y convierten al Tribunal Supremo en un instrumento a su servicio, sin que pueda haber realmente control entre las instituciones”.


“Los derechos empiezan a ser reconocidos solo para un grupo y usan el sistema legal para perseguir a los otros, que quedan excluidos y a los que generalmente consideran como un enemigo al que hay que eliminar, porque los movimientos populistas son generalmente maniqueos.Además, cierran los medios de comunicación privados y acaparan los públicos. Prohíben y restringen las ONG. Crean movimientos sociales fieles. Utilizan mecanismos previstos en la Constitución para destruir las bases democráticas de la propia Carta Magna”.

“En Venezuela los culpables de la crisis fueron los partidos políticos, que no entendieron cuál había sido el resultado de lo que habían creado. Durante 40 años en Venezuela funcionó un régimen democrático que en un momento determinado fue incluso la envidia de América Latina.Pero los partidos políticos que acapararon el poder desde 1960 e implantaron la democracia en el que era el país con menos tradición democrática en América Latina, no se dieron cuenta de que la democracia requiere ser abonada, fumigada, podada y regada para que crezca. Los partidos políticos le dieron la espalda, como ha sucedido en todos los países de América Latina. Todas estas crisis derivan de que los partidos políticos no han sabido captar la esencia de la democracia, que es pactar y no matarse entre sí. En un momento determinado, hay que pactar para que la democracia sobreviva”.

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