viernes, 12 de enero de 2018

El sabio puede inclinarse por el buen sentido o por la extravagancia.



Un gran sabio puede forjarse sus opiniones políticas y morales de manera tan arbitraria y bajo el imperio de consideraciones tan insensatas como los hombres carentes de toda experiencia sobre el razonamiento científico, dice Jean-François Revel. No existe dentro de su persona una osmosis entre la actividad en que su disciplina le obliga a no afirmar nada sin pruebas y sus opiniones sobre las cosas de la vida y los asuntos corrientes, en que obedece a las mismas incitaciones que cualquier otro hombre. Puede, igual que éste, de manera idénticamente imprevisible, inclinarse por el buen sentido o por la extravagancia, y eludir la evidencia cuando ésta contradice sus creencias, sus preferencias o sus simpatías.

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