miércoles, 24 de mayo de 2017

Mentir a los hombres o engañarles es tratarles como subhumanos.

Kant.
“Nadie puede obligarme a ser feliz a su manera”, decía Kant. “El paternalismo es el mayor despotismo imaginable”. Esto es así porque es tratar a los hombres como si no fuesen libres, sino material humano para que yo, benevolente reformador, los moldee con arreglo a los fines que yo he adoptado libremente, y no con arreglo a los suyos. Precisamente esta es, por supuesto, la política que recomendaron los primeros utilitaristas. Helvétius y Bentham  creían que no se debía contradecir, sino utilizar, la tendencia que tienen los hombres a ser esclavos de sus pasiones, y querían ofrecerles premios y castigos, la forma más aguda posible de heteronomía, si mediante éstos se podía hacer más felices a los “esclavos”. 
Helvétius.

Manipular a los hombres y lanzarles hacia fines que el reformador social ve, pero que puede que ellos no vean, es negar su esencia humana, tratarlos como objetos sin voluntad propia y, por tanto, degradarlos. Por esto es por lo que mentir a los hombres o engañarles, es decir, usarlos como medios para los fines que yo he concebido independientemente, y no para los suyos propios, incluso aunque esto sea para su propio beneficio, es, en efecto, tratarles como subhumanos y actuar como si sus fines fuesen menos últimos y sagrados que los míos, dice Isaiah Berlin.

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