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Pierangelo Sequeri |
Ni a la política ni a la economía les interesan las familias. Una familia ahorra, mientras que los individuos solos tienden al consumo. Hay políticas asistenciales que ayudan a las familias en dificultad, pero subsiste un mecanismo perverso, fruto de una cultura ególatra, que insta a realizarse como individuo y no como familia. No hay políticas que apoyen el equilibrio y la armonía que tiene que haber entre el cuidado de los vínculos familiares y la realización del individuo. Parece que son opciones excluyentes, dice el sacerdote Pierangelo Sequeri que fue director del Pontificio Instituto Teológico para las Ciencias del Matrimonio y la Familia Juan Pablo II.El problema de la sociedad hoy, añade Sequeri, es que no hay modelos válidos de integración entre la realización del individuo y del bien común. Y esto justo se aprende en el núcleo familiar, que es una verdadera escuela de los afectos. En la familia aprendemos que hay formas positivas de sacrificio. Es decir, que la limitación del propio deseo hace feliz al otro. La familia es una inyección de sociabilidad frente al individualismo.
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