Los cristianos han ido transformando el mundo con afán, establecieron los primeros hospitales, orfanatos, universidades, construyeron catedrales, fueron mecenas del arte. Durante siglos la teología se inspiró en la idea de levantar en la tierra el reino de Dios. Todos los valiosos descubrimientos del genio humano (la arquitectura, la pintura, la tecnología, la medicina) son emanación del amor divino, de la belleza, de la sabiduría universal. En esta variada creatividad, la Iglesia percibe un elemento divino, la imagen de Dios. Por tanto, es imposible que los creyentes no disfruten de los logros de la mente humana como los medicamentos, la ropa, la vivienda, los coches, los ordenadores y los demás beneficios de la técnica. El uso de estas cosas es algo natural para los humanos, al contrario que en caso de los animales, que tan solo en el circo presumen de sus habilidades, escribe Ksawery Knotz. Siempre que una persona piense en sí misma de una manera dual (no acepta la unión de su espíritu y de su cuerpo), observa Ksawery Knotz, comete un importante error antropológico, o sea, un error básico a la hora de entender su humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario