miércoles, 14 de agosto de 2024

Los ricos son cada vez más ricos, y las rentas del trabajo son cada vez más desiguales

Se ha calculado que el dinero que envían a sus países los 140 millones de africanos que viven fuera del continente se había multiplicado por seis en los primeros años del siglo XXI. Las remesas suponen más del 5 por ciento del PIB en varios países africanos, más que la ayuda al desarrollo que proviene de gobiernos extranjeros; y ese dinero se distribuía de manera más capilar y eficaz, al repercutir directamente en las familias necesitadas. En varios países en vías de desarrollo, las remesas emigrantes superan los ingresos provenientes de las exportaciones y cubren parte del déficit comercial; en Nepal, las remesas duplican los ingresos por exportaciones de bienes y servicios, al igual que en Uganda; y en Filipinas representaban un 38 por ciento de los mismos. Incluso en la India, las remesas superaban a los ingresos obtenidos por las emblemáticas exportaciones de software informático.
En la segunda década del siglo XXI se ha consolidado como alternativa al mundo bipolar un mundo multipolar, en el que no predomina ni un solo actor hegemónico (EE. UU. o China), pero tampoco impera la ley de la jungla. Frente a la aún notable continuidad del duopolio americano-europeo se han asentado actores regionales o suprarregionales, que ejercen una influencia internacional a diferentes niveles. La tendencia general apunta hacia un progresivo reforzamiento de los actores asiáticos, en particular de China y la India, el permanente estancamiento de África, el irregular protagonismo de los países emergentes de Latinoamérica, y la continuidad, aun sin el papel protagonista de otrora, de Occidente como conjunción de Norteamérica y la Unión Europea.
En buena parte de Europa, en EE.UU. y en el mundo, los ricos son cada vez más ricos, y las rentas del trabajo son cada vez más desiguales, mientras que los pobres lo son cada vez más. La polarización social no ayuda a la construcción de un nuevo consenso keynesiano, y la utopía de la igualdad de oportunidades se desvanece progresivamente, fruto igualmente del predominio del individualismo sobre los valores sociales y del mercado frente a la comunidad. Lo que también se ha reflejado desde finales del siglo XX en el cambio progresivo de las relaciones de trabajo en el capitalismo avanzado y la sociedad de la información, donde el peso de la oficina, la fábrica y el taller disminuye aceleradamente frente al de las redes sociales; el trabajador especializado y cualificado mediante una formación cede terreno frente al trabajador flexible y con capacidad de adaptación.
Referencia:Las utopías pendientes de Xosé M. Núñez Seixas



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