Aun concediendo que el dolor es un gran mal, tal vez el mayor de los males, he llegado a aceptar que el punto de vista cristiano sobre el dolor no es incompatible con el concepto de un Creador y el del mundo hecho por Él. Entiendo que este punto de vista se puede expresar brevemente como sigue: Dios no tenía interés en crear una especie compuesta por autómatas virtuosos, pues la virtud de los robots, que no pueden hacer sino lo que hacen, es exclusivamente un título de cortesía. Es análoga a la virtud de la piedra que rueda cuesta abajo, o a la de del agua que se hiela a 0°. ¿Con qué objeto, se podría preguntar, iba a crear Dios semejantes criaturas? ¿Para ser alabado por ellas? Pero la alabanza automática es mera sucesión de ruidos. ¿Para que Él pudiera amarlas? Pero las criaturas así no son esencialmente dignas de amor. No se puede amar a los títeres. Esa es la razón por la que Dios dio al hombre una voluntad libre, para que pudiera crecer en virtud con su propio esfuerzo, y llegara a ser, como ser moral libre, un ser digno del amor de Dios. La libertad implica libertad para extraviarse, y el hombre efectivamente se extravió, abusando del don divino y haciendo el mal. El dolor es un subproducto del mal, y, por eso, entró en el mundo como consecuencia del mal uso por parte del hombre del don divino de la voluntad libre.(Lo eterno sin disimulo de C. S. Lewis)
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