martes, 8 de marzo de 2022

Hitler había mostrado una capacidad excepcional de seducir a los políticos británicos

Halifax a la derecha de Hitler

Los temores de la amenaza soviética aún eran muy poderosos y, como dice Martin Gilbert en The Roots of Appeasement, “el propio Hitler aseguraba que actuaba como principal guardián de Europa frente a la propagación del comunismo”, de modo que las clases más elevadas de Inglaterra en particular eran reacias a condenarlo y a considerarlo peligroso. Los británicos se hallaban fundamentalmente distraídos por la crisis provocada por la abdicación de Eduardo VIII tras declarar su deseo de contraer matrimonio con una divorciada, la americana Wallis Simpson. En octubre de 1937 el primer ministro convenció al vizconde de Halifax de que aceptara una invitación para reunirse con Hitler cuando visitara Alemania para participar en una cacería. Desde su llegada al poder, Hitler había mostrado una capacidad excepcional de seducir a los políticos británicos; y Halifax no iba a ser diferente en este sentido. Regresó de la entrevista mantenida en Alemania cantando las alabanzas del Führer.

Chamberlain con Hitler
El primer ministro Chamberlain insistió en seguir negociando con Hitler, y viajó a Múnich para intentar resolver los problema.Cuando el 30 de septiembre Chamberlain regresó a Inglaterra después de poco más de un día de negociaciones, estaba esperándolo en el aeródromo una multitud de partidarios suyos. Bajó la escalerilla del avión agitando en las manos el papel firmado que pasaría a ser conocido como los acuerdos de Múnich, y proclamó lleno de júbilo ante los periodistas que lo esperaban que el pacto era un “símbolo del deseo de nuestros dos pueblos de no volver a enfrentarnos nunca más en una guerra”*. Muchos pensaron que en realidad había aceptado todas las exigencias de Hitler.

*Chamberlain regresa de Múnich con el acuerdo anglo-alemán, 30 de septiembre de 1938, BBC National Programme 30-09-1938


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