viernes, 13 de noviembre de 2020

El verdadero Beethoven se ha perdido para siempre

Alessandro Baricco avisa que hay que “advertir de una vez por todas al público de la música que el original no existe. Que el verdadero Beethoven, admitiendo que se pueda hablar de un verdadero Beethoven, se ha perdido para siempre. Desde los tiempos de Beethoven han cambiado muchas cosas. La praxis de la ejecución, el contexto social, los términos de referencia cultural, el paisaje sonoro. El piano que usamos hoy es sólo un pariente lejano del fortepiano que se usaba entonces, diferentes son los lugares, los modos y las motivaciones sociales que condicionan la audición, diferente es el patrimonio auditivo con el que nos acercamos hoy a esa música. En el oído no tenemos sólo a Haydn y Mozart, sino también a Brahms, Mahler, Ravel (y Morricone, Madonna, las sintonías publicitarias, Philip Glass…). Lo que el melómano medio denomina el verdadero Beethoven no es otra cosa que el último Beethoven producido por las metamorfosis de la interpretación. Cuando Liszt, por primera vez, proponía las Sonatas de Beethoven en público, éstas ya se habían convertido en algo distinto de lo que eran. Desde entonces, viven más allá de sí mismas según un proceso irrefrenable y, hay que convencerse, fascinante. El acto que extravía el original encuentra la esencia más íntima en la obra, su objetiva ambición es no acabar nunca”.



La música se reinventa, la música deviene más allá de sí misma, no por magia, sino en su encontronazo fáctico con la realidad de un tiempo que no la ha creado pero que ahora la acoge. Lo que la vuelve a poner en movimiento es la diferencia a través de la cual debe encontrar ese mundo. La interpretación habita esa diferencia.


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