jueves, 30 de julio de 2020

El trabajo ha constituido en la sociedad occidental el sentido de la dignidad del ser humano



José Luis Villacañas
“Tenemos que ser seres humanos mucho más plurales, mucho más capaces, de comprender que ninguno de los bienes a los que, como seres humanos, podemos aspirar, puede elevarse a absoluto”, señala José Luis Villacañas, catedrático de Filosofía. Para Villacañas “uno de los bienes que inevitablemente tenemos que reconocer entre los seres humanos es la religión, porque garantiza que ninguna de las otras esferas se convierta en absoluta, ni acabe esclavizándonos… Esto es un dispositivo de libertad y apertura.


“El trabajo, dice el profesor Villacañas, ha constituido en la sociedad occidental el sentido de la dignidad del ser humano. Pero lo ha hecho en la medida en la que el trabajo no era solo un instrumento, un medio de capitalización, sino que era un medio de realización. Esto está íntimamente relacionado con la dimensión vocacional del trabajo, con la dimensión del hombre profesional, en la que la modernidad vierte toda la cuestión de la vocación, y con una estructura de temporalidad de la vida personal de largo plazo. La dignidad era vista con una actividad en la que la persona podía estructurar su existencia completa, y al hacerlo podía recabar el reconocimiento de los demás, como hombre profesional al que los demás ven con una estructura de trabajo que atraviese su vida entera. La dimensión nueva del trabajo, y esta obsesión nueva del trabajo fragmentado, precario, limitado y cambiable, nos impide reconocernos como seres sociales y como seres que nos debemos los unos a los otros, responsables los unos de los otros, que se ven unos a otros. La consecuencia es la clave de toda vida precaria, que es la soledad. No queremos darnos cuenta de que la vida precaria tiene una manifestación precisa, que es la soledad”.

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