miércoles, 20 de febrero de 2019

La cuota de intimidad de cada uno ahora es expuesto en la escena pública.

Eugène Enriquez afirma que que lo que antes era invisible, la cuota de intimidad de cada uno, la vida interior de todos, ahora es expuesto en la escena pública (sobre todo en la televisión, pero también en la escena literaria). Quienes procuran la invisibilidad están condenados al rechazo, a la exclusión, condenados a ser sospechosos de algún crimen. La desnudez física, social y psíquica está a la orden del día. Jim Gamble opina que “la red muestra lo mismo que se ve en un patio escolar, con la diferencia de que en este patio no hay maestros, ni policías, ni moderadores que vigilen lo que sucede”.

En Corea del Sur, por ejemplo, donde ya es rutina que la
mayor parte de la vida social se encuentre mediatizada electrónicamente (o más bien donde la vida social ya se ha transformado en una vida electrónica o cibervida, y donde gran parte de la “vida social” se desarrolla en compañía de un ordenador, un iPod o un celular, y sólo secundariamente con otros seres de carne y hueso), resulta obvio para los propios jóvenes que no poseen ni el más mínimo margen de maniobra o elección, sino que se trata de una cuestión de “tómalo o déjalo”. Sólo la “muerte social” aguarda a esos pocos que todavía no han logrado subirse a Cyworld, líder del cibermercado surcoreano de la cultura del “mostrar y decir”, dice Zygmunt Bauman.


No hay comentarios:

Publicar un comentario