jueves, 7 de febrero de 2019

Dickens

Si a ese muchacho débil y pobre, de doce años, que trabajaba en una fábrica de betún y que regresaba fatigado y desesperanzado a su casa por entre los arrabales y la bruma de Londres alguien le hubiera dicho que no moriría de hambre, que sería escritor, y que medio siglo después sería enterrado como un héroe en la abadía de Westminster y llorado por toda Inglaterra, habría creído que se trataba de una broma. Lo cierto es que nada podía anunciar en 1824 que Charles Dickens, el pequeño obrero que sostenía a su familia casi indigente mientras el padre pagaba sus deudas en la cárcel de Marshalsea, se convertiría en un hombre famoso y en el escritor más leído y querido por los ingleses, y no ingleses, del siglo XIX.
Dickens leyendo a sus hijas, Mamie y Katey, en el jardín de Gad's Hill.
Dice William Ospina que es asombrosa la manera como captó y reprodujo, casi al instante, la atmósfera de la sociedad industrial que nacía, con su plétora de personajes singulares y sus nuevos modos de vida.Tal vez lo que le dio a Dickens su riqueza de lenguaje es lo mismo que se la dio a Shakespeare, el haberlo aprendido en la calle, antes o por fuera de toda academia. Que la gramática les haya llegado mucho después de las palabras, como a los grandes santos les llega la moral después de haber conocido la vida.

Dickens empezó a publicar sus novelas por entregas en los
Casa de Dickens en Londres.
periódicos y muy pronto las tiradas se multiplicaron extendiendo su fama. Los papeles del Club Pickwick son una extensa rapsodia de situaciones cómicas cuyo protagonista empieza por ser una especie de bufón y gradualmente se va convirtiendo en un héroe quijotesco, lleno de nobleza y de humanidad. En muchas de sus novelas ocurre ese curioso fenómeno, Dickens concibe argumentos medianamente triviales y crea para desarrollarlos personajes tan singulares y tan poderosos que se apoderan de las obras y las cargan de una inesperada energía.

Fiel a los principios de la democracia, Dickens no sólo creyó que todos los hombres somos iguales, también entendió que todos somos irreductiblemente distintos y que esa diversidad es nuestra riqueza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario