martes, 4 de diciembre de 2018

Haití: narcotráfico, violencia y corrupción.

El presidente Aristide respetó la legalidad democrática, y trató de acabar con la corrupción, el crimen político, las mafias del narcotráfico, los privilegios económicos y la explotación del campesino, siguiendo los mecanismos dictados por la Constitución. La amplitud reformista de
Cédras.
estos cambios desató contra él la conspiración de los militares y de la élite plutocrática, que culminó en el golpe de Estado de setiembre de 1991 que llevó al poder al general Raoul Cédras. Lo que ha ocurrido desde entonces en Haití debería llenar de remordimiento y de vergüenza a todos los países democráticos de Occidente y deberían pone fin a las operaciones de verdadero genocidio con que la dictadura militar trata de sofocar la resistencia de los haitianos.

Una de las razones principales para el golpe de Cédras fue preservar el monopolio del narcotráfico que los militares haitianos detentan y que, por lo demás, es su principal fuente de ingreso. 

Represión en Haiti.
El embargo decretado contra el régimen por la comunidad internacional como medio de presión es burlado a diario por la frontera dominicana, una coladera que, además, permite multiplicar sus ingresos a los contrabandistas,que son, todos, militares y policías. Cuenta Vargas Llosa que el régimen ha creado una forma más moderna y eficiente de lo que fueron los hombres de mano de Papa Doc. Los hombres del FRHAP exterminan familias enteras cada noche en todos los barrios y aldeas conocidos por sus simpatías hacia Aristide, y queman las casas de sus partidarios o los secuestran y someten a atroces torturas y luego los sueltan, mutilados, para que sirvan de vivientes ejemplos de lo que espera a los que aún se atreven a soñar con una vuelta de un régimen legal. El resultado es la generalización de la violencia, y, a su amparo, de la corrupción, que sigue a aquella como su sombra.


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