viernes, 2 de mayo de 2025

Los oficiales debían exponerse a riesgos mayores que los hombres a los que mandaban

La experiencia de la Primera Guerra Mundial conformó la actitud británica hacia el liderazgo. Durante el período de entreguerras, la imagen popular de los generales de la Primera Guerra Mundial ordenando a sus hombres avanzar hacia una muerte segura mientras ellos permanecían muy por detrás de la línea del frente, tuvo gran influencia a la hora de modelar la conducta de los mandos británicos que luego operaron en Italia y el resto de teatros. Hombres como Montgomery visitarían el frente repartiendo ánimos y cigarrillos, e incluso Alexander, el comandante en jefe del teatro de operaciones aparecía por primera línea frecuentemente, a veces para gran inconveniente de los soldados allí presentes. Los G. I. norteamericanos quedaban a menudo sorprendidos e impresionados por encontrar oficiales británicos de muy alto rango en peligrosas posiciones de primera línea. Algunos fusileros estadounidenses ni siquiera conocían el nombre del comandante de su regimiento, y pocos tenían algún aprecio por sus generales. No obstante, en ambos ejércitos, era crucial el papel de liderazgo de los oficiales subalternos, un jefe de pelotón o de compañía. En el Ejército de Estados Unidos, donde los oficiales subalternos y los soldados a menudo se trataban unos a otros como iguales, “el sustituto de la jerarquía, así como de la disciplina y del entrenamiento adecuado, era la vieja receta americana; un liderazgo inspirador». Esto significaba que los oficiales subalternos debían mandar desde el frente y exponerse a riesgos aún mayores que los hombres a los que mandaban. El resultado eran pérdidas terribles. Un estudio sobre las tropas de combate norteamericanas en Italia mostró que bastaban apenas ochenta y ocho días de combate para causar un 100 por cien de bajas entre los subtenientes de una división de infantería……La mayoría de los oficiales subalternos sentían que no tenían otra opción que ponerse a sí mismos en mayor peligro que sus hombres. Como dejó escrito un teniente de la Durham Light Infantry, que libró duras batallas en Monte Cassino, “fuera correcto o erróneo, ejercí el mando desde primera línea siempre que fue posible. Me sentía más seguro de ese modo, sentía que era mi deber, para ser sincero, verdaderamente sentía que no podía enviar a cualquier otro allí si no estaba preparado para hacerlo yo mismo”. También había otro factor, tal y como continuaba explicando ese oficial,”tenía bastante claro que, a menos que los jefes de pelotón se pusieran al frente de sus unidades, no ocurría nada”.
Alex Bowlby, en su clásico relato sobre sus experiencias como fusilero británico en Italia, cuenta un incidente que se produjo al comienzo de la campaña; “los alemanes hicieron dos disparos. La compañía se precipitó al suelo como si hubieran sido doscientos. Sólo el capitán Kendall permaneció en pie. Una “Spandau” (una ametralladora alemana) abrió fuego. Nos aferramos al terreno como si sólo éste pudiera salvamos. El capitán Kendall se movía lentamente entre los miembros de la compañía. Miradme, decía yendo de un hombre a otro bajo el fuego. No pueden alcanzarme. Miradme”. Le miramos. Podía haber estado perfectamente paseándose bajo el sol. Los alemanes no le alcanzaron, pero su coraje nos alcanzó a nosotros. Nos pusimos en pie”.
Referencia: La batalla de Monte Cassino (Matthew Parker)

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