Existen empresas especializadas en tener bajo observación a determinados miembros de la cultura juvenil, es decir, en vigilar a los innovadores y tomar buena nota de cómo reaccionan los primeros seguidores. Con los datos obtenidos elaboran unos informes sobre las últimas tendencias por los que determinadas empresas como Reebok o Abercrombie & Fitch pueden llegar a pagar pequeñas fortunas. Otro método que usan algunas empresas para influir en los ciclos de la moda es la denominada mercadotecnia vírica. Basándose en el carácter epidémico de las modas, procuran iniciar su propia epidemia de lo cool. Las técnicas son diversas. Quizá se nos acerque una mujer atractiva en un bar y nos ofrezca una copa de una marca concreta de vodka. O quizá en una discoteca un desconocido nos hable sin parar de un nuevo grupo de música que le gusta mucho. Es posible que en un chat de Internet, una chica deje caer un comentario sobre las zapatillas de deporte que más le gustan. O que un transeúnte nos pare por la calle y nos pida que le hagamos una foto con un último modelo de cámara digital. Éstos son procedimientos clásicos de la llamada mercadotecnia vírica, que emplea a personas cuya función es correr la voz con la esperanza de que los demás hagamos lo mismo y la idea se contagie como una epidemia de gripe.
Referencia: Rebelarse vende. El negocio de la contracultura (Joseph Heath y Andrew Potter).
Referencia: Rebelarse vende. El negocio de la contracultura (Joseph Heath y Andrew Potter).
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