Se ha tratado de explicar el fracaso de la Armada Invencible por el borrascoso verano de 1588. Ya frente a las costas de Galicia tuvieron los barcos que detenerse ante una fuerte borrasca. Muchos de ellos se refugiaron en La Coruña. Luego la armada sufrió otra galerna en el Cantábrico, que dispersó a los navíos, que tardaron varios días preciosos en poder reagruparse. Cuando finalmente llegaron frente a las costas británicas, hubieron de sufrir continuos temporales, tampoco los ingleses pudieron zarpar a tiempo de Plymouth, y los combates se desarrollaron sin apenas avistarse los navíos unos a otros en el canal de La Mancha, entre nubes y cortinas de agua. Un famoso climatólogo británico, Hubert Lamb, calcula que hubo una sucesión de siete borrascas distintas en el plazo de un mes, un hecho que representaría un régimen de circulación atmosférica francamente anormal, especialmente para el ritmo del verano. Sin embargo, es posible que buena parte de la responsabilidad del fracaso haya que atribuírsela a la Luna. No olvidemos que el propósito de la Armada era, más que un combate naval, el transporte de los famosos Tercios de Flandes de las costas de los Países Bajos a las de la Gran Bretaña, en una travesía rápida. Una vez en tierra, la victoria de los españoles estaba prácticamente asegurada. Por los días en que los navíos temporizaban frente a las costas de Flandes, hostigados de lejos por los ingleses, se registraban mareas de cuadratura o “mareas muertas”, que impedían a los buques pesados, encargados de transportar a los ejércitos de Alejandro Farnesio (unos 40.000 hombres), franquear las barras de los puertos flamencos. Sin aquellas tropas no era posible invadir Inglaterra. Y la expedición no tenía otra finalidad. Cuando el régimen de mareas mejoró, los galeones españoles habían sido arrojados por los vientos hacia el mar del Norte.
Referencia: Historia de los cambios climáticos (José Luis Comellas)
Referencia: Historia de los cambios climáticos (José Luis Comellas)
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