sábado, 17 de mayo de 2025

Francesc Castelló i Aleu

Francisco con su novia Mariona
La ciudad de Lérida fue testigo del aprisionamiento y ejecución de Francesc Castelló i Aleu. Castelló, que había nacido en Alicante en 1914, había llegado a Lérida para trabajar como químico en la empresa Cros. En el mes de julio de 1936 lo llamaron a filas. Pese a su condición de soldado republicano, el mismo día 20 de julio de 1936 fue detenido junto con siete compañeros más por las milicias que gobernaban la ciudad. Un mes más tarde, el 29 de septiembre, todos ellos fueron llevados ante el Tribunal Popular que funcionaba en la Paeria. Al principio fue acusado de fascista por haber encontrado en su casa libros para aprender italiano y alemán. Una vez aclarado que los necesitaba para su profesión, el fiscal lo condenó sólo por haber respondido afirmativamente cuando se le preguntó si era católico. La pena capital se ejecutó esa misma noche. De él se conocen bien las cartas que en las horas de capilla escribió a sus hermanas y a su tía, a su novia y a un cura residente en Cuba con el que compartía la pasión por la ciencia. La carta a Mariona, su novia, que ya había sufrido la muerte de dos hermanos, resume como ningún otro documento la mística que permitía a muchos de los perseguidos, sacerdotes y laicos, transformar el dolor en riqueza espiritual. La carta dice así: Querida Mariona: Nuestras vidas se han unido y Dios ha querido separarlas. A Él ofrezco con toda la intensidad posible el amor que te tengo, mi amor intenso, puro y sincero. Siento tu desgracia, no la mía. Debes estar orgullosa, dos hermanos y tu prometido. Pobre Mariona. Me pasa algo raro, no puedo sentir pena alguna por mi suerte. Una alegría interna, intensa, fuerte me invade del todo. Quisiera escribirte una carta triste de despedida, pero no puedo. Estoy completamente rodeado de ideas alegres como un presentimiento de la Gloria. Quisiera hablarte de lo mucho que te hubiera amado, de la ternura que te tenía reservada, de lo felices que habríamos sido. Pero para mí todo eso es secundario. Debo dar un gran paso. Hay algo que sí quiero decirte, cásate si puedes. Yo desde el cielo bendeciré tu unión y la de tus hijos. No quiero que llores, no quiero. Quiero que estés orgullosa de mí. Te amo. No me queda tiempo para nada más. 

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