En la condena a la ley sobre la seguridad para Hong Kong aprobada por China, los Estados Unidos tienen el apoyo de Gran Bretaña, Canadá, Australia y Taiwan. La Unión Europea criticó a Beijing por la nueva normativa, pero tomó distancias de la decisión de Trump de castigar a China con sanciones económicas y financieras. Para frenar las pretensiones geopolíticas de China, algunos políticos occidentales han formado un grupo de intervención transnacional. Los 18 parlamentarios, entre los cuales hay representantes estadounidenses, europeos, australianos y japoneses, quieren planificar estrategias colectivas para responder a la creciente fuerza de Beijing.
También los países asiáticos están preocupados por el activismo chino, en un artículo en el Foreign Affairs, el Premier de Singapur Lee Hsien Loong manifiesta que la presencia de los EEUU en la región Asia-Pacífico es vital y que China no podrá socavar a Washington en el sudeste asiático. Es el mantra de su padre Lee Kwan Yew, el difunto fundador de la ciudad-Estado, según el cual el poder de China debe ser “equilibrado” y sólo los EEUU pueden lograrlo.
Filipinas, Vietnam, Malasia, Brunei y Taiwán se oponen a las pretensiones territoriales chinas en el Mar Chino Meridional. También Indonesia, que normalmente evita polemizar con China sobre tales disputas en la región, tomó posición contra China. En una nota oficial enviada a la ONU a fines de mayo, Yakarta afirma que la “Nine-Dash line”, la demarcación territorial reivindicada por Beijing según las motivaciones históricas, no tiene ningún fundamento legal y viola la Convención ONU sobre el derecho del mar.
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